lunes, 25 de febrero de 2008

Portovenere, una ciudad de ensueño, hecha poesía...



Releer el poema de mi buen David Hidalgo sobre Portovenere y la Grotta de Lord Byron (desde allí se lanzó al vacio este poeta del Romanticismo) me retrotrae a aquella visita por le Cinque Terre que hicimos un numeroso, heterogéneo y sin embargo entrañable grupo de "turistas" , movidos todos por este amor paroxístico por la cultura italiana . De entre todas las cosas que disftutamos en aquel viaje _sin duda las vivencias en aquel Casale al Controni fue el mayor de los aciertos ¿o no, Yiyo y Lola?_ la estancia en este bellísimo lugar , caminar por su puerto, visitar su iglesia medieval e incluso refrescarnos en alguna de sus cristalinas playas me marcó de forma definitiva y especialísima. A David debió de pasarle lo mismo, hasta el punto de que su estancia allí, junto al acantilado y la llamada Gruta de Lord Byron le sirvieron de inspiración para escribir este poema , que, como siempre, os regalo a todos _con permiso del autor_ . Disfrutadlo, saboreadlo y quien no haya tenido la suerte de visitar este enclave, que pida al destino el deseo de poder respirar la brisa de esta ciudad ...


Portovenere. Amanece.
La luz muerde apenas
las manzanas oscuras de la noche
y sangran sus encías
tiñendo de amenaza la sonrisa
que entre el agua y el cielo
clava el diente.
Buscando la belleza en las fuentes de su origen,
un joven inglés se arroja al agua.
Como es joven y es poeta,
se huelga recogiendo el desafío de las olas
que lo palpan sin guantes,
que lo abrazan con prisa,
que se beben los vientos que traía en su boca.
No es su brazo tan fuerte que no sufra
el rigor de las aguas,
que adelantan los codos para el pulso
y, por turnos,
revientan en espuma
como puños que quedan en palabras.
Es el mar y sus gallos de pelea,
que se arrancan la cresta a borbotones.
Es la mar
que menea sus volantes
seduciendo al atrevido nadador,
poniendo frenoal vigor de la osadía en movimiento.
Buscando la belleza en las fuentes de su origen,
un joven inglés sucumbe al agua.
Cae al fondo
y, en el último momento,
una mano que lo arrastra a tierra.

Y el aliento de Venus en su espalda.

5 comentarios:

Drinking gaseosa dijo...

Oye, ¿qué ha pasado con el otro blog?
Veo que ya tienes uno nuevo. Pues nada, suerte con éste.
Qué recuerdos del Golfo dei Poeti... y de aquel viaje toscano en el que arriesgamos las vidas conduciendo por la FILIPI...
Un abrazo.

Ángeles Castillo dijo...

habrá que ir a portovenere. habrá que ir a tantos sitios. habrá que leer más a david hidalgo. habrá que abrir aún más los ojos. y también las puertas y las ventanas. en fin, antonio, que hoy me siento bien. he empezado a pintar la fachada. para que esté más blanca. para que sea más mediterránea!!!!!!

Anónimo dijo...

Aqui estoy siempre aparezco aunq sea tarde.Nada mas ver la foto de ese pueblo me ha dado mucha paz ya me imagino paseando por ese puerto respirando a mar y tomandome un cafe en alguna de esas terrazas.Es verdad que si bien me decepciono Roma y no quiero que me maldigais con esto que digo pero aqui consiste en decir lo que uno piensa,no?tambien estoy segura que me enamoraria de todos los pueblos italianos si es que yo soy mas humilde ya lo sabes.Me encantaria recorrerlos e introducirme en su magia porque estoy segura que hay magia e ilusion en esas pequeñas italias.Espero algun dia respirar ese aire magico y contigo seria mucho especial.UN beso

Anónimo dijo...

Yo no he visitado Portovenere pero ahora que he visto esta fotografía y he leido este impresionante poema me resulta un lugar muy cercano. Sí conozco el Estrecho de los Dardanelos y el Helesponto. Y como todo es Uno, el poema me ha hecho recordar a Hero y Leandro. Leandro, tal y como Museo y Ovidio narran en su poesía, se había enamorado de una sacerdotisa de Afrodita/Venus y todas las noches cruzaba las aguas a nado para visitarla, ella alumbraba su recorrido con una antorcha; una noche de tormenta la antorcha se apagó y Leandro pereció. A la mañana siguiente el mar devolvía a la orilla el cuerpo del joven, Hero, apenada, se suicidó. También se me viene a la memoria el poeta Orfeo, las Ménades pudieron descuartizar todas las partes de su cuerpo, sin embargo su cabeza y su lira permanecieron indemnes.
No recuerdo muy bien quién mas alguien ha dicho que por encima del amor está la muerte (y es verdad, lo supera) pero por encima de la muerte está el arte; muere el poeta, nunca la poesía.Un abrazo.

Antonio Sánchez dijo...

Cuando tengas la fortuna, querida Fina, de visitar y respirar la brisa de esta ciudad, comprenderás su grandeza; aunque claro, para ti no será nada nuevo porque tus vivencias por la Troya ancestral seguro que superan cualquier incursión turística por el Golfo dei Poeti... De todas maneras, no dejes de visitarla.
Muchas gracias por aportar tu infinita sabiduría en este humilde espacio; por mostrarnos tantas cosas interesantes y por recordarnos que sin los clásicos...¿qué nos queda?