lunes, 12 de octubre de 2009

Hipatia o el amor a la Filosofía...

Vuelvo a la blogosfera con una entrada necesaria, casi obligatoria , después de haber celebrado mi trigésimo tercer cumpleaños acudiendo al estreno de la última peli de Amenábar... He de decir que el susodicho director nunca me ha decepcionado, y en esta ocasión , además, ha logrado instalar en mi ánimo un sentimiento fortísimo de empatía hacia este personaje histórico, tan desconocido, tan apasionante , tan necesario para nuestra ciencia y nuestra cultura _ay, sí, nuestra convalenciente cultura_ ... No desentrañaré la quintaesencia de la película, pero sí diré que, a mi modo de ver, Amenábar ha logrado un gran producto para la reflexión: no sólo quedan patentes los desmanes político-religiosos de la Alejandría tardorromana, sino que _por fin_ una superproducción no mete con calzador una historia romantiquísima que parece ser ingrediente indispensable de este tipo de productos. Por fin, Amenábar nos pone delante a una mujer que _en la Antigüedad, no los olvidemos_ vive libre, que piensa libre y que muere porque lo de lo contrario su vida estaría del todo desconectada de esa libertad... Pero muere feliz, pues encuentra, al fin, la ansiada respuesta a su único anhelo: descubrir cómo se mueve el mundo...
¿No hay entonces en "Ágora" una historia de amor? Sí que la hay, sí: una historia de amor, pero de amor al conocimiento, a la ciencia, a la libertad, al pensamiento ; historia de amor que lucha incesantemente contra la cerrazón de los monoteísmos en ebullición en el Egipto de los siglos IV y V dC.
En fin, no dejéis de ver esta película porque la historia es maestra de la vida, y esta película es eso: "evangelio" de la vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Omnis felicitas tibi, care amice!
Un día antes yo también fui espectadora de "Ágora". Los griegos fueron muy adelantados en todo y yo soy una enamorada del mundo clásico, especialmente de Grecia y de los lugares que abrazaron esta cultura sublime (por supuesto, después de que Alejandro Magno le demostrara a los autóctonos -barbaroi- de aquel lugar que más tarde sería Alejandría, que su cultura era lo que más le convenía. Pero eso aconteció siete siglos antes de lo que nos cuenta Amenábar).
Volviendo a la peli, a mi también me gustaría ser Hipatia, pues pensando en la incontingencia del ser humano, ¿qué importa morir cuando se ha conseguido en vida todo lo deseado?. No es poco eso de "querer" y "buscar" el saber, mostrarse crítica ante el mundo... Menuda suerte la de Hipatia que pudo ser filósofa en un contexto social en el que a una mujer apenas si se le permitía manifestarse. Repito que yo quiero ser como Hipatia, pero honestamente me parece tan difícil conseguirlo...; lo digo exclusivamente por la calidad de mis neuronas.
¿Será la existencia de Hipatia como la escultura de la Loba Capitolina que aparece en el Museo de Alejandría con los gemelos Rómulo y Remo?. Creo que a los tres, la inteligente Hipatia y los gemini, aún le faltaba 10 siglos para ver la luz: el Renacimiento, como muy pronto.
No sé si he dicho lo que quería decir, ni si lo he dicho bien. Bueno, Antonio. Un beso muy fuerte

anita dijo...

Pues tendré que ir a verla. Todos lo flipan. Por cierto, alguien me fastidió un detalle importante de la peli...pero bueno. A ver si foga ya la gente y deja un hueco a los demás. El 6 de Noviembre voy a Águilas...espero que nos veamos y que te vengas a la cena de la sociedad de cazadores. Te quiero. Besos.

PAF dijo...

Repasada la historia, debo decir que aquella buena señora que te comentó que en Grecia no había mujeres enseñantes, que era imposible... debería leerse la bibliografía sobre el tema, donde se dan datos más que convincentes de que Hipatia daba clases en el Serapeion.
Además, el rigor histórico es máximo, exceptuando las únicas licencias de Amenábar que son las del movimiento elíptico en el cosmos y la prueba de barco (ambas cosas llevadas a cabo por Kepler y Galileo respectivamente.)
la película, como a ti, me ha parecido genial, y un golpe a los integrismos de hoy, se vistan con el ropaje que se vistan.